
La arquitectura que Lina Ghotmeh plasmó en la intervención es un diálogo entre el pasado y el presente, que se logra a través de la sustracción de los elementos antiguos y la reinterpretación de los nuevos. Además, existe un compromiso cívico por parte de la arquitecta, quien procura la interacción entre individuos de diversos ámbitos, ya sea artístico o científico.
Los antiguos salones de arte franceses fueron el principal punto de inspiración para la arquitecta, y en torno a este concepto articuló toda la intervención. El salón central, de doble altura, es el núcleo de la residencia. La existencia de entreplantas no solo da lugar a espacios más amplios y luminosos, sino que también permite la colocación de ventanas interiores y practicables en la planta intermedia para facilitar las interacciones visuales con todo el edificio.

«Living Arts - Housing» por Lina Ghotmeh Architecture. Fotografía por Takuji Shimmura.
Los grandes ventanales de los muros exteriores, las vigas de madera vistas y las estanterías finamente elaboradas sobre muros blancos crean una atmósfera cálida y rústica, y conforman una coherencia material. Las ventanas interiores de las habitaciones son traslúcidas y abatibles, lo que permite únicamente el paso de la luz y fomenta una mejor ventilación. De este modo, se distinguen los espacios privados de los públicos.
En términos ambientales, la eliminación de los antiguos elementos minimizó los residuos y el carbono incorporado. Se logra una mayor sostenibilidad gracias al empleo de materiales naturales y técnicas tradicionales.
Descripción del proyecto por Lina Ghotmeh Architecture
Lina Ghotmeh — Architecture ha transformado el Hôtel de Tallard, del siglo XVIII, en el barrio parisino de Marais, en una luminosa residencia creativa para la Fundación Kadist. Diseñado para acoger a artistas, investigadores, escritores y profesionales multidisciplinares, el espacio invita a la reflexión, la producción y el intercambio. Inspirado en la tradición de los salones de arte franceses, el proyecto fusiona la riqueza histórica con la claridad contemporánea para fomentar un diálogo intelectual y cultural integrador.
Construida originalmente entre 1702 y 1704 por Pierre Bullet, la mansión había sido alterada a lo largo del tiempo, dejando los interiores fragmentados y desconectados de su esencia arquitectónica. La intervención restaura cuidadosamente la coherencia espacial eliminando tabiques intrusivos y permitiendo que la luz anime los volúmenes originales. Un salón de doble altura forma el corazón de la residencia, complementado por una entreplanta con ventanas interiores practicables, que fomenta las interacciones visuales y sociales por capas.

La materialidad desempeña un papel central: curvas suaves, superficies táctiles y nichos finamente elaborados hacen eco del tejido histórico del edificio al tiempo que cultivan una atmósfera de calma y generosidad. La luz actúa no sólo como medio, sino también como principio rector, modelando la percepción, revelando la proporción y realzando la verticalidad.
En lugar de imponer un nuevo lenguaje, la arquitectura revive el espíritu de la mansión mediante la sustracción y la reinterpretación. El resultado es un interior atemporal en el que el pasado y el presente coexisten en una tranquila conversación.

La sostenibilidad se consigue mediante la mínima intervención y la máxima reutilización. Se eliminaron los elementos no originales para recuperar la integridad del edificio, minimizando los residuos y el carbono incorporado. Las técnicas tradicionales y los materiales naturales refuerzan la longevidad y la sensibilidad ecológica.
Más allá de su renovación física, el proyecto afirma el papel cívico de la arquitectura. Al crear un espacio de intercambio interdisciplinar, basado en la continuidad histórica y el cuidado del medio ambiente, ofrece un valor cultural duradero y un modelo de transformación sostenible y reflexiva.